jueves, 11 de septiembre de 2008

CUENTO

MARTES DE LETRAS.

Se acercaba el día y tan solo faltaban unos segundos para las 4:30, cuando ese sonido particular comenzó a rozar mis oídos, se escuchaba una melodía al fondo de una habitación casi abandonada, pero cada vez ese sonido se acercaba más lentamente hacia mí y yo lo esquivaba dándome media vuelta, para calentar uno de mis cojines preferidos al lado derecho de mi cama, pero ese sonido ensordecedor comenzó por desesperarme, hasta robarme un gran salto que me despertó por completo haciéndome recordar que el día de hoy comenzaba más rápido, frente a la pantalla de un computador con sus quehaceres requeridos.

Me levante rápidamente, sentándome en la orilla de la cama, en donde se quedarían mis sueños por un momento hasta regresar de nuevo a conciliarlos al finalizar de el día, solo los cubro con las sabanas y la cobija que arropan cada uno de estos, arrojo los cojines sobre la cabecera y me dirijo a tomar ese fresco de la mañana, que baña mi cuerpo haciéndome despertar totalmente hasta darme cuenta que no es un sueño, si no que esta es mi realidad, tomo mi toalla y me dirijo hacia donde mis sueños caerán y solo se desvanecerán con el agua al tomar ese camino por la tubería hasta, que yo logre conciliar de nuevo ese especial momento de encontrarme con la noche, para poner de nuevo mi cabeza sobre la almohada y perderme con la magia nocturna que estimula toda creatividad mientras se esta allí.

Salgo de el baño me organizo apresuradamente, cubriendo un poco las ojeras, que llevo por el cansancio de el día anterior, con un poco de polvo para el rostro que me ha regalado mi madre y aquí comienza todo el ritual en el que dicen que: “las mujeres somos eternas cuando nos paramos frente al espejo” y así es, no es mucho lo que nos hacemos, pero es que pasar frente a él es maravilloso porque quizás no habrá otro momento para encontrarnos con otro, entonces es mejor terminar con todo lo que podemos dejar para después.

Termino por aplicarme un poco de brillo sobre mis labios y hoy estoy de suerte, no me tocó sacar el carro, así que tengo otro momento para probar un poco con el espejo y hacer tiempo como es normal de nosotras las mujeres, a lo lejos escucho ya el pito de el caro y es mi hermanito; que cada día viaja conmigo hacia la misma universidad, le doy un beso a mi madre, que como es de costumbre siempre esta despierta para darnos el beso de los buenos días, bajo las escaleras y me subo al carro, con la esperanza de dormir un poco. Pero al prender la radio nos damos cuenta de que esta muy tarde y que mas vale irnos rápido, si no se nos hace demasiado corto el tiempo.

Mi hermano arranca y solo el sonido de el motor y el frío de la mañana me arrullan y vuelvo a encontrarme con ese mundo mágico, que solo flota y me deja ser y hacer lo que quiero, pero basta un freno en seco para sacarme de allí y abrir mis ojos para darme cuenta de que estábamos casi sobre una volqueta, que fue la culpable de robarme mi sueño en una falsa alarma por imprudencia de los conductores de carga larga. Y como es de costumbre después de un buen susto es imposible conciliar un buen sueño, solo escucho la música que deleita mis oídos y ya nos encontrábamos en el semáforo de la universidad nacional y el día ya comenzaba a esclarecerse aunque con un poco frió, pero ya la noche se había ido totalmente regalándole un gran día al sol.

Giramos por la iguaná cuando mas adelante, allí se ve, la universidad Luis Amigó, donde me espera el decano de la universidad y mis compañeros para la clase de producción de prensa, donde al ingresar en la sala; Dany, nos recibe con una calurosa sonrisa, robándose una dibujada sonrisa de nuestros rostros, señal de que un gran día nos espera.

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