viernes, 29 de febrero de 2008

BIENES Y SERVICIOS

CONCEPTO Y DEFINICION DE BIENES Y SERVICIOS

Bienes y servicios son todas las cosas de valor que produce la gente.
Los bienes son tangibles: automóviles, cucharas, videocaseteras y pan.
Los servicios son intangibles: cortes de pelo, subirse a los juegos en los parques de diversiones y llamadas telefónicas.

Hay dos tipos de bienes: bienes de capital y bienes de consumo. Bienes de capital son los bienes que se usan en el proceso de producción y que pueden utilizarse muchas veces antes que se desgasten. Bienes de consumo son los bienes que pueden usarse sólo una vez.
Nuestros recursos son limitados y las tecnologías disponibles para transformar esos recursos en bienes y servicios fijan un límite a lo que se puede producir. Ese límite se describe mediante la frontera de posibilidades de producción.

La frontera de posibilidades de producción (FPP) señala el límite entre las combinaciones de bienes y servicios que es posible producir y las que no.
Los bienes son clasificables de diversas formas, entre las cuales pueden mencionarse:

- Bienes divisibles e indivisibles:

Algunos bienes pueden comprarse en cualquier cantidad que se desee. Esos bienes se llaman divisibles. La gasolina y la electricidad son ejemplos de bienes divisibles, ya que ambos pueden comprarse en la cantidad que se desee según las necesidades de consumo y restricciones presupuestarias existentes. Otros bienes son indivisibles porque sólo pueden comprarse en unidades enteras, como el cine en que aunque uno desee ver una parte de la película, debe adquirir la película completa para utilizarla.

- Bienes finales e intermedios:

No todos los bienes tiene el mismo tipo de uso, con este criterio podemos determinar la existencia de bienes finales en aquellos que no son usados como insumos para la producción de otros bienes o servicios, sino que los compra el usuario final. Como ejemplo de bienes finales tenemos latas de refresco y automóviles.

En contrapartida, algunos bienes se utilizan en el proceso de producción de otros bienes y servicios y son llamados intermedios.

Como ejemplos de bienes intermedios tenemos: baterías, parabrisas y cajas de velocidades usadas por fabricantes de automóviles y el papel y la tinta para producir periódicos. Un bien es intermedio o final dependiendo de quien lo compra y con que propósito.

Así un mismo bien puede ser final o intermedio; como ejemplo, la energía eléctrica comprada por un fabricante es un bien intermedio, la misma energía comprada por un consumidor es un bien final.

- Bienes sustitutos y complementarios:

Un bien sustituto es aquel que puede usarse en lugar de otro bien. Por ejemplo, un viaje en autobús sustituye a uno en tren; una hamburguesa sustituye a una salchicha. Un bien complementario es aquel que se utiliza con otro como por ejemplo las zapatillas y la ropa deportiva, los Cds y los reproductores, los fideos y la salsa.

- Bienes normales e inferiores: Esta clasificación está determinada por el ingreso de la persona, el cual a medida que aumenta no implica que aumente el consumo de todos los bienes de igual forma. Así un bien normal será aquel que su demanda aumenta cuando el ingreso lo hace y uno inferior será aquel cuya demanda disminuye cuando el ingreso aumenta.
Ejemplo de bien normal sería la ropa, mientras que ejemplos de bien inferior serían alimentos básicos como el arroz y la papa los que al aumentar el ingreso disminuyen su consumo por otros más caros (carne, lácteos).
- Bienes privados, públicos y mixtos:
Un bien privado es un bien del que cada unidad es consumida por un individuo. Un ejemplo de bien privado es una lata de refresco. Un bien privado tiene dos características importantes, la primera es la rivalidad, vale decir el consumo de una persona sólo puede realizarse a costas del de otra persona; la segunda característica es ser excluible.
Una vez comprado, el bien le pertenece a la persona y puede hacer lo que quiera con el, excluyendo a los demás de su uso. Un bien público es aquel en que cada unidad puede ser consumida por todo el mundo y nadie puede ser excluido. Un ejemplo de bien público es la defensa nacional. También como características tiene dos, la ausencia de rivalidad y el no ser excluible.

Finalmente, los bienes mixtos son un intermedio entre los dos anteriores, no son excluyentes en cuanto a que todos pueden consumir de ellos, pero si generan rivalidad puesto que a mayor número de consumidores se reduce la calidad del bien.

Un ejemplo sería una calle de la ciudad que al congestionarse reduce su calidad de espacio, pero igual puede ser consumida por todos los automovilistas.Los servicios también son clasificables de las mismas formas anteriores, ejemplos de ello podrían ser:

- Servicios divisibles e indivisibles: Un seminario de capacitación sería un bien divisible al poder decidir si se asiste a todas las conferencias o a algunas de ellas, mientras que la defensa jurídica en un juicio es indivisible en el sentido que debo adquirirla completa hasta el fin del juicio y no puedo utilizar el servicio sólo en una parte de este.

- Servicios finales e intermedios: Un corte de pelo es un servicio final dirigido directamente al consumidor, mientras que los servicios de corredores de seguro de los bancos son intermedios en cuanto a que sirven para realizar otras operaciones bancarias que los requieren para su ejecución.

- Servicios sustitutos y complementarios: los juegos en un parque de diversiones son sustitutos entre sí ya que no puedo consumirlos todos a la vez, mientras que el servicio de azafatas en un vuelo es complementario a este para obtener un viaje con las condiciones estipuladas en cada contrato.

- Servicios normales e inferiores: La educación es un servicio normal, el que a medida que mi ingreso es mayor también aumenta su consumo; mientras que los servicios de asistencia social son inferiores en cuanto a que a mayor ingreso su consumo es menor por no ser necesarios.

- Servicios privados, públicos y mixtos: La prostitución es un servicio privado al ser excluyente y entrar en rivalidad con el consumo de otras personas, mientras que los servicios de señales televisivas son públicos en el sentido que todos lo pueden consumir y no implica que a mayor número de usuarios viendo TV, disminuya su calidad, por lo que no existe rivalidad. Finalmente un servicio mixto es la salud, ya que no es excluyente pero a mayor consumo disminuye la calidad de la atención al coparse la capacidad de atención de un sistema determinado.

OPINION:

EN SINTESIS:

· LOS BIENES NORMALES: su cantidad de demanda se incrementa cuando el nivel de ingreso también aumenta.
· LOS BIENES INFERIORES: su demanda tiende a disminuir, cuando el nivel de ingresos aumenta.
· LOS BIENES SUSTITUTOS: su variable importante es el precio. El incremento de cada uno de ellos puede elevar la cantidad demandada de ella.
· LOS BIENES COMPLEMENTARIOS: la variable es el precio. El incremento del precio de X puede conducir a que disminuya la demanda del bien de Y.



OTRA BIBLIOGRAFIA:

http://huitoto.udea.edu.co/IntroduccionEconomia/demanda.html.






oferta y demanda

http://www.peoi.org/Courses/Coursessp/D-ec/mic/mic8/mic1.html.

OFERTA Y DEMANDA

Oferta y demanda

El modelo de la oferta y la demanda describe la interacción en el
mercado de un determinado bien entre consumidores y productores, en relación con el precio y las ventas de dicho bien. Es el modelo fundamental de la microeconomía, y se usa para explicar una gran variedad de escenarios microeconómicos. Además, sirve como base para otras teorías y modelos económicos. El primero que describió este comportamiento fue Antoine Augustin Cournot, y fue Alfred Marshall quien lo popularizó posteriormente.

Este modelo predice que, en un mercado libre y competitivo, el precio se establecerá en función de la solicitud por los consumidores y la cantidad proveída por los productores, generando un punto de equilibrio en el cual los consumidores estarán dispuestos a adquirir todo lo que ofrecen los productores al precio marcado por dicho punto.

Historia

La expresión "oferta y demanda" fue acuñada por Luis Quezada Avila en su obra Estudio de los principios de la economía política, publicada en 1767. Adam Smith usó esta frase en su libro de 1776 La riqueza de las naciones, y David Ricardo, en su libro Principios de política económica e impositiva de 1817, tituló un capítulo "Influencia de la demanda y la oferta en el precio".
En La riqueza de las naciones, Smith en general asume que el precio de oferta es fijo, y que es únicamente la demanda la que hace que el precio suba o baje. Ricardo, en los Principios de política económica e impositiva, establece de forma más rigurosa algunas suposiciones que sirvieron para forjar sus ideas sobre la oferta y la demanda. Pero fue
Antoine Augustin Cournot el primero que desarrolló un modelo matemático para explicar la oferta y la demanda en su libro Desarrollo de los principios matemáticos de la teoría de la bonanza económica.

Durante los últimos años del siglo XIX surgió la escuela de pensamiento marginal. Este campo fue iniciado por Stanley Jevons, Carl Menger y Léon Walras. La idea principal es que el precio se establecía a partir del precio más alto. Fue un cambio sustancial respecto a las ideas de Adam Smith sobre la determinación del precio de oferta.

Este modelo fue desarrollado y popularizado más tarde por Alfred Marshall en su ensayo Principios de economía. Junto con Léon Walras, Marshall se centró en el punto de equilibrio en el cual las dos curvas se cortaban. Desde finales del siglo XIX, esta teoría de la oferta y la demanda se ha mantenido prácticamente inamovible. La mayoría de los estudios posteriores se han centrado en buscar las excepciones del modelo (como la oligarquía, los costes de transacción o el pricipio de no racionalidad).

Teoría fundamental

El modelo establece que en un mercado libre, la cantidad de productos ofrecidos por los productores y la cantidad de productos demandados por los consumidores dependen del precio de mercado del producto. La ley de la oferta indica que la oferta es directamente proporcional al precio; cuanto más alto sea el precio del producto, más unidades se ofrecerán a la venta. Por el contrario, la ley de la demanda indica que la demanda es inversamente proporcional al precio; cuanto más alto sea el precio, menos demandarán los consumidores. Por tanto, la oferta y la demanda hacen variar el precio del bien.

Según la ley de la oferta y la demanda, el precio de un bien se sitúa en la intersección de las curvas de oferta y demanda. Si el precio de un bien está demasiado bajo y los consumidores demandan más de lo que los productores pueden poner en el mercado, se produce una situación de escasez, y por tanto los consumidores estarán dispuestos a pagar más. Los productores subirán los precios hasta que se alcance el nivel al cual los consumidores no estén dispuestos a comprar más si sigue subiendo el precio. En la situación inversa, si el precio de un bien es demasiado alto y los consumidores no están dispuestos a pagarlo, la tendencia será a que baje el precio, hasta que se llegue al nivel al cual los consumidores acepten el precio y se pueda vender todo lo que se produce.

La oferta

La oferta es la relación entre la cantidad de bienes ofrecidos por los productores y el precio de mercado actual. Gráficamente se representa mediante la curva de oferta. Debido a que la oferta es directamente proporcional al precio, las curvas de oferta son casi siempre crecientes. Además, la pendiente de una curva de oferta suele ser también creciente (es decir, suele ser una función convexa), debido a la ley de los rendimientos decrecientes.

A veces, las curvas de oferta no tienen una pendiente creciente. Un ejemplo es la curva de oferta del mercado laboral. Generalmente, cuando el salario de un trabajador aumenta, éste está dispuesto a ofrecer un mayor número de horas de trabajo, debido a que un sueldo más elevado incrementa la utlildad marginal del trabajo (e incrementa el coste de oportunidad de no trabajar). Pero cuando dicha remuneración se hace demasiado alta, el trabajador puede experimentar la ley de los rendimientos decrecientes en relación con su paga. La gran cantidad de dinero que está ganando hará que otro aumento de sueldo tenga poco valor para él. Por tanto, a partir de cierto punto trabajará menos a medida que aumente el salario, decidiendo invertir su tiempo en ocio. Esta tipo de curvas de oferta ha sido observado en otros mercados, como el del petróleo: después del récord del precio provocado por la crisis de 1973, muchos países exportadores de petróleo disminuyeron su producción.

Otro ejemplo de curvas de oferta atípicas lo encontramos en las compañías de servicios públicos. Debido a que una gran cantidad de sus costes son costes fijos, el coste marginal de estas empresas es prácticamente una constante, con lo cual su curva de oferta es una recta creciente.
Cuando cambien los costos de los productores, la curva de oferta se desplazará. Si el costo se reduce, los productores ofrecerán más cantidad en cada precio y esto desplaza la curva S1 a la derecha hacia S2. Este incremento en la oferta causa que el precio de equilibrio se reduzca de P1 a P2. La cantidad de equilibrio aumenta de Q1 a Q2, ya que la cantidad demandada aumenta por el precio más barato.

La demanda

La demanda es la cantidad de bienes y servicios que los consumidores desean y están dispuestos a comprar dependiendo de su poder adquisitivo. La curva de demanda representa la cantidad de bienes que los compradores están dispuestos a adquirir a determinados precios, suponiendo que el resto de los factores se mantienen constantes (cláusula ceteris paribus). La curva de demanda es por lo general decreciente, es decir, a mayor precio, los consumidores comprarán menos.
Los determinantes de la demanda de un individuo son el precio del bien, el nivel de renta, los gustos personales, el precio de los
bienes sustitutivos, y el precio de los bienes complementarios.
La forma de una curva de demanda puede ser cóncava o convexa, posiblemente dependiendo de la distribución de los ingresos.

Como se ha dicho antes, la curva de demanda es casi siempre decreciente. Pero hay algunos ejemplos extraños de bienes que han tenido curvas de demanda crecientes. Un bien cuya curva de demanda tiene una curva creciente se conoce como un bien de Giffen o un bien Veblen. Sin embargo, la existencia real de este tipo de bienes es más que discutible, y en todo caso estaría orientada a fenómenos sociales y no puramente económicos, como la ostentación de riquezas.
Cambios en la demanda y cantidad demandada


El precio de un producto del mercado está determinado por un equilibrio entre la oferta (lo que se quiere producir a un precio determinado) y la demanda (lo que se desea comprar a un precio determinado).
Cuando más gente desea algo, la cantidad exigida en todos los precios tenderá a aumentar. Esto es un aumento en la demanda. La demanda creciente se puede representar en el gráfico como la curva a la derecha, porque en cada punto del precio, se exige una mayor cantidad.


NOTA: LOS EJEMPLOS Y LAS GRAFICAS SE PUEDEN VER EN:

OPINION:

La economía se encarga de la producción y el consumo, otra manera de mirarla es por medio de la oferta y la demanda.

La demanda: esta relacionada con los deseos.
Si los bienes y los servicios fueran gratuitos, los consumidores pedirían simplemente lo que desean.
La oferta: esta relacionada con lo recursos.
La cantidad que pueden ofrecer las empresas depende de los recursos y la tecnología existente.
La ley de DEMANDA, dice: “cuando el precio aumenta, la cantidad pedida disminuye”

La ley de OFERTA afirma que: “cuando el precio se incrementa, se incrementa la cantidad ofrecida “.
* El incremento de un precio, origina un incremento en la cantidad ofrecida.

OTRA BIBLIOGRAFIA ACERCA DEL TEMA :

¿ CARO O BARATO? LA ELECCIÓN DEL INDIVIDUO.

ECONOMIA Y EMPRESA COMUNICATIVA.

INTRODUCCIÓN

La economía siempre esta afectando nuestra vida diaria, muchas personas hacen referencia a la economía con el dinero, pues la economía si tiene mucho que ver con el dinero; con la cantidad de dinero que se gasta, con lo que ganan en sus trabajos, …pues la economía es algo mas que dinero, esta se ocupa de:

La Producción de bienes y servicios: cuanto produce cada empresa, que técnicas de producción utilizan y a cuantas personas dan empleo.

El Consumo de bienes y servicios: cuanto gasta la población y cuanto ahorra, que cantidad compran los consumidores de cada articulo, que individuos compran, como afectan los precios, la publicidad y otros factores al consumir.

Entonces la producción es la transformación de productos por parte de la empresa para obtener beneficios y el consumo es el acto para satisfacer deseos y normal mente implica compra de bienes y servicios.


ESCUELA SUBJETIVA Y OBJETIVA DEL VALOR.

La teoría subjetiva del valor, estudiada por la Escuela Austriaca del Pensamiento, ha sido la única capaz de demostrar los procesos reales del mercado. Por el contrario los economistas neoclásicos, afines al estatismo, defienden una teoría objetiva y del valor. Esta situación no sólo ha provocado un retroceso en la ciencia económica sino también un retroceso en la libertad individual.

¿CARO O BARATO? LA ELECCIÓN DEL INDIVIDUO.
TEORIA SUBJETIVA VS. OBJETIVA.
-POR JORGE VALIN

"Todas las cosas son subjetivas a la ley de causa y efecto. Este gran principio no tiene excepción alguna.” —Carl Menger—

Uno de los temas que siempre ha preocupado a los economistas es la teoría del valor. Mucho se ha escrito sobre este tema de forma desafortunada. Ya Adam Smith distinguía entre dos tipos de precios: el precio natural y el precio de mercado. Para Smith el precio natural es el que está formado por todas las tasas corrientes de cada uno de sus elementos; como el salario, la renta y los beneficios. El precio de mercado viene dado por la relación de la oferta y la demanda para cada mercancía en un momento determinado. El precio de mercado debe tender a igualarse con el natural “cuando en el tráfico respectivo hay perfecta libertad”.

Esta idea se reforzó en los autores inmediatamente posteriores, a saber, 1) existe un precio objetivo, que es natural y donde tienden los precios de cada producto y 2) la mejor forma de llegar a ellos es a través de la libre competencia; del laissez–faire. A finales del siglo XIX con autores como Vilfredo Pareto, León Walras, Francis Y. Edgeworth… la economía empezó a tomar un nuevo rumbo, la de la abstracción o matematización radical. La segunda tesis (sólo se puede llegar al precio objetivo por medio del libre mercado) aún seguía estando viva, pero el objeto del economista cambió, ya no era un pensador o un filósofo que intentaba descifrar las acciones humanas del mercado, sino que se iba convirtiendo poco a poco en un técnico, en un ingeniero social que moldeaba la economía para llegar a ciertos fines sociales óptimos, el economista se convertía en un político más, en un ingeniero social. Desde entonces hasta ahora la economía, ciertamente, sólo ha registrado un profundo declive incapaz de poder explicar muchos fenómenos generales, e incapaz también de crear teorías universales, necesarias y atemporales. Esta nueva tendencia del pensamiento económico dio lugar a escuelas que creían poder organizar los acontecimientos económicos mediante restricciones o ampliaciones en la oferta, en la demanda, aumentando impuestos, creando políticas y controles de precios, restringiendo o incrementando la cantidad de dinero… Las principales escuelas que surgieron de este nuevo pensamiento fueron el monetarismo y el keynesianismo. Las dos escuelas son neoclásicas en cuanto creen en un “precio” objetivo del valor. Éste puede ser alcanzado mediante fuerza bruta restringiendo la libertad de la demanda y oferta. Para llegar a este valor objetivo es necesario inventar salarios mínimos, precios máximos, cuotas a la importación y exportación, convenios de producción entre países, leyes mundiales anti–dumping, tribunales de la libre competencia, bancos centrales que manipulen el dinero… ¿Y cómo se mantiene todo esto? Con impuestos y deuda estatal. En otras palabras, no sólo se roba arbitrariamente, y de forma desigual a todos los individuos con impuestos, o se hipoteca la seguridad económica de la sociedad emitiendo deuda (en los dos casos, desde el más pobre al más rico), sino que además se restringe su libertad de consumo, de ahorro e inversión. Estas políticas, basadas en falsos pretextos económicos, han llegado al punto de convertir al individuo en un siervo del estado.

Pero entre esos economistas de finales del siglo XIX surgió uno capaz de darse cuenta de todas estas falacias y lo suficientemente sabio como para crear una auténtica teoría del valor, su nombre era Carl Menger, creador de la Escuela Austriaca del Pensamiento y su principal aportación: la teoría subjetiva del valor. Menger desmintió la teoría objetiva del valor, y es que efectivamente, el valor no puede ser alcanzado por el conocimiento matemático o positivista. El valor y los costes son subjetivos. Las necesidades no son cardinales o mesurables, sino ordinales y contingentes, es decir, dependen del momento, la escasez y necesidades futuras. No existe un precio natural objetivo al que tienda el mercado, éste está en continua lucha y movimiento sin tendencia alguna. Los movimientos de la oferta y demanda jamás se han podido, ni podrán, expresar con ninguna fórmula o gráfico. La razón por la cual los economistas creyeron que existía un precio objetivo se debe a la propia estructura que el hombre tiene para hacer formulaciones sobre los fenómenos complejos. El hombre necesita crear esquemas cognitivos que le ayuden a pensar de una forma ágil y por eso necesita simplificar los sucesos que les rodean buscando movimientos tendenciales. La tendencia a un precio natural sólo surge de la metodología humana no del fenómeno natural del mercado, éste no entiende de puntos de equilibrio, curvas de indeferencia, isocuantas… el mercado es anarquía pura capaz de ordenarse sola, es un continuo proceso de creación y destrucción. En este sentido, los economistas no han sabido interpretar las acciones humanas que llevan al mercado, se han dejado llevar por su simple estructura lineal cartesiana aplicándola a un proceso que es muy superior a ellos mismos, y esta es la razón por la cual en los últimos años se han creado tantas teorías que sólo nacer han muerto por ser incapaces de adaptarse al resto de la economía. En parte por esta razón, en los últimos años la doctrina neoclásica ha sido golpeada duramente, la regulación que ha aplicado sobre la oferta monetaria no ha prevenido a ningún país de una crisis, sus controles de precios sólo han perjudicado a las naciones y sus salarios mínimos sólo han creado desempleos.

Teoría subjetiva del valor Entonces, ¿qué visión tenia Menger sobre el valor?, ¿cómo se entiende la teoría subjetiva del valor?, y ¿qué aplicaciones se pueden sacar de ella?
Según Menger cada agente económico asigna su propia valoración a los bienes, por lo que no puede afirmarse, económicamente, que los precios dependan de los costes sino todo lo contrario. Efectivamente, el precio de un producto o servicio no se crea siguiendo la suma de todos sus costes más el margen del empresario, sino que es al contrario, al producto se le asigna en el mercado un precio y a partir de aquí se moldean sus costes. Un producto puede salir al mercado por encima de la suma de sus costes o por debajo, eso lo decide el empresario, y según la respuesta del consumidor, la competencia y los procesos de producción los costes se van moldeando al mejor precio del momento que es el que demanda el cliente. En realidad la teoría subjetiva del valor es anterior a Menger, incluso es anterior a Adam Smith. Las primeras ideas las encontramos en los escolásticos españoles del s. XVI. “Así [según Jesús Huerta de Soto] otro notable escolástico, Luis Saravia de la Calle basándose en la concepción subjetivista de Covarrubias, descubre la verdadera relación que existe entre precios y costes en el mercado, en el sentido de que son los costes los que tienden a seguir a los precios y no al revés, anticipándose así a refutar los errores de la teoría objetiva del valor de Carlos Marx y de sus sucesores socialistas[2]: ‘Los que miden el justo precio de la cosa según el trabajo, costas y peligros del que trata o hace la mercadería yerran mucho; porque el justo precio nace de la abundancia o falta de mercaderías, de mercaderes y dineros, y no de las costas, trabajos y peligros’”.[3]

Entonces, el valor es subjetivo en cuanto cada individuo asigna un valor a las cosas y luego un precio según la escasez temporal de éste en el futuro y según sus necesidades. Es absurdo, pues, los controles de precios del estado cuando, suponiendo un ejemplo, crea una ley donde los botellines de agua no puedan valer más de un dólar porque de no ser así perjudicaría al consumidor. ¿Por qué un dólar, y no un dólar y un céntimo, o noventa y nueve céntimos? ¿Transgredir este precio sería una violación a los derechos del consumidor o productor? ¿Los botellines de agua han de tener el mismo precio en todos los bares de una ciudad despreciando el poder adquisitivo de la zona? ¿Cómo sabe el estado cuál es precio justo para cada uno de los consumidores? Si yo me he aventurado a hacer un trayecto con bicicleta por una larga montaña sin agua y veo que, tras varias horas de pedalear, hay alguien que me vende un botellín de agua por 10 dólares y yo acepto comprársela ¿está este individuo vulnerando el precio justo de mercado de un dólar? ¿Está actuando antieconómicamente?, La respuesta es, evidentemente, no. Lo que ha pasado es que mi necesidad por un trago de agua en ese momento era inmensa y he sido capaz de pagar 10 dólares porque realmente lo necesitaba. Ésta ha sido una transacción pacífica y de mutuo acuerdo donde tanto el vendedor del agua como yo, el consumidor, hemos salido ganando, ya que él se ha quedado con mi dinero, que apreciaba más que su agua, y yo me he quedado con el agua, que apreciaba más que los 10 dólares que he desembolsado para poderla adquirir. Y es que ninguna ley estatal o matemática puede parametrizar las necesidades de cada individuo ya que estas son subjetivas y contingentes.

En un momento determinado yo puedo estar dispuesto a pagar un precio justo por un producto, —que puede ser caro para otro individuo; pongamos “A”—, pero incluso así, tal vez 10 minutos o un mes más tarde ese precio, que a mi me parecía justo y al individuo A le parecía caro, ahora a mi me parezca impagable y al individuo A le parezca una ganga. Sólo el empresario es capaz de advertir esta información subjetiva de su entorno y aplicarlo sobre sus procesos productivos ofreciendo el “precio adecuado”, y es que, en realidad, la última palabra siempre será del consumidor, del cliente ya que tendrá que intercambiar de forma pacifica y contractual un producto (dinero), que estimará en menos valor, por otro producto (el bien económico concreto ya sea un producto o servicio). Es decir, 1) el cliente quiere canjear dinero por un bien económico, 2) éste dinero es menos valioso para él que el bien económico que adquiere, de lo contrario no pagaría; y de forma análoga 1) el oferente canjea su bien económico, el que él ha producido, por 2) otro bien que tiene mayor valor para él, es decir, el dinero de su cliente. De existir desacuerdo en alguno de estos puntos ni el cliente ni el oferente cruzarían ninguna operación comercial.

Justicia individual y eficiencia de mercado

El gran problema que ha creado la aplicación de la teoría objetiva del valor (clásica y neoclásica) atiende a otros procesos que han generado grandes injusticias. Según las exposiciones del gobierno (siguiendo la teoría objetiva del valor) dice: hay productos o servicios que son incapaces de llegar a un “precio justo” ya que la suma de sus costes supera el precio de las necesidades sociales. En realidad hemos visto que esto en realidad jamás ocurre y siempre que hay una necesidad el mercado es capaz de cubrirla a través de la teoría subjetiva del valor dando a todos los productos y servicios su auténtico valor real. Pero el estado, incapaz de hacer formulaciones científicas y no partidistas, decreta ciertos productos y servicios como “bien nacional”, o “necesidades sociales”, crea ineficientes monopolios en sectores que en realidad serían ampliamente lucrativos y competitivos en una economía totalmente privatizada. El gobierno nombra árbitros con fines sociales, éstos desempeñan la función de Díos justiciero. Estos jueces sociales como los burócratas que componen el FMI, el Banco Mundial, el tribunal de la libre competencia u otros segmentos como el de los servicios públicos: seguridad (policía), justicia… son servicios expropiados a la actividad privada convirtiéndolos en monopolios injustos que benefician a unos en contra de otros. En realidad, la libre iniciativa privada sería perfectamente capaz de encontrar un precio para satisfacer al consumidor.

A estos burócratas se les pide que dejen de actuar como hombres. Durante 8 horas al día han de abstraerse de su condición humana para ser seres justos e imparciales, han de actuar como un díos imparcial a cambio de un salario. Después la opinión pública se horroriza cuando aparecen los clásicos escándalos de corrupción o amiguismo, cuando dan precios no justos, es decir, objetivos entendiendo que, tal vez, el precio justo sea el de mercado sin atender a las particularidades del individuo. Las gentes exclaman: ¡cómo se ha podido producir esto, esa persona [el burócrata] tiene la función de ser justa, de asignar un precio adecuado; cómo se ha dejado sobornar o dejar llevar por el amiguismo! Los liberales, a diferencia de los burócratas tecnocráticos (éstos últimos incapaces de confiar en el individuo que consideran mezquino en su condición) no proponemos un juez o árbitro, sino millones de ellos. Eliminando estos funcionarios cada consumidor, inversor o ahorrador es el mejor juez que procura por sus propias necesidades, sólo el individuo sabe que es un precio justo o injusto, que es caro o barato. Ningún hombre necesita de un tercero que medie por él, siempre y cuando no sea porque éste mismo lo ha decretado voluntaria y pacíficamente. En este sentido, cuando el individuo es autónomo y amo de sus decisiones y actos la eficiencia es máxima, la responsabilidad no recae sobre nadie que no sea él mismo.

Los conceptos teóricos de la economía no son menospreciables ya que, desgraciadamente, muchas veces se usan arbitrariamente para justificar situaciones de coerción y una supuesta moralidad social muy mal entendida. La economía para su buen funcionamiento siempre ha de estar orientada al individuo no al conjunto. La economía surgió como estudio de los actos humanos, no es una ciencia política creada para el gobierno de un jerarca. Ya Pareto advirtió: “estamos corriendo el riesgo de perder de vista al auténtico objeto de la economía: el hombre”. Y efectivamente eso mismo ha ocurrido; los economistas neoclásicos han intentado adaptar la sociedad a su método en lugar, de lo que por lógica, tendría que haber sido al revés. Cuando el estudio sobre los acontecimientos del hombre se tornan en imposición y falta de libertad individual, sin duda alguna, se pierde la ciencia para trasformarse en una herramienta de poder creando sólo injusticia y tiranía.

BIBLIOGRAFIA: http://jorgevalin.com/artic/teor_subj_valor.htm#titulo.



OPINION:

En esta escuela se tiene en cuenta el principio de la navaja de GUILLERMO OCCAM, la cual es indispensable para enfrentar un problema, en donde hay que eliminar las cosas que no corresponden al problema.
Lo objetivo y lo subjetivo entran con fuerza a mirar la necesidad desde estos dos puntos, teniendo así validez cada una de ellas y deduciendo que todas las cosas tienen un valor objetivo, pero cuando salen al mercado comienzan a obtener el precio subjetivo.

La teoría objetiva, dice:
· Lo determinante, desde la economia es la necesidad, porque se entiende como carencia.
· Se debe explicar las condiciones de la producción.
· Tiene una vision historica del desarrollo en la sociedad.(mejora la existencia de la sociedad)

La teoría subjetiva, dice:
· Todos tenemos una necesidad debemos suplirla, pero esta no se satisface totalmente.
· Toda necesidad es valida y se debe satisfacer de alguna manera.
· En todo momento existen necesidades, siempre y cuando hallan sujetos.


ECONOMIA Y EMPRESA COMUNICATIVA.

INTRODUCCIÓN
La economía siempre esta afectando nuestra vida diaria, muchas personas hacen referencia a la economía con el dinero, pues la economía si tiene mucho que ver con el dinero; con la cantidad de dinero que se gasta, con lo que ganan en sus trabajos, …pues la economía es algo mas que dinero, esta se ocupa de:


La Producción de bienes y servicios: cuanto produce cada empresa, que técnicas de producción utilizan y a cuantas personas dan empleo.


El Consumo de bienes y servicios: cuanto gasta la población y cuanto ahorra, que cantidad compran los consumidores de cada articulo, que individuos compran, como afectan los precios, la publicidad y otros factores al consumir.


Entonces la producción es la transformación de productos por parte de la empresa para obtener beneficios y el consumo es el acto para satisfacer deseos y normal mente implica compra de bienes y servicios.










ESCUELA SUBJETIVA Y OBJETIVA DEL VALOR.

La teoría subjetiva del valor, estudiada por la Escuela Austriaca del Pensamiento, ha sido la única capaz de demostrar los procesos reales del mercado. Por el contrario los economistas neoclásicos, afines al estatismo, defienden una teoría objetiva y del valor. Esta situación no sólo ha provocado un retroceso en la ciencia económica sino también un retroceso en la libertad individual.


¿CARO O BARATO? LA ELECCIÓN DEL INDIVIDUO.
TEORIA SUBJETIVA VS. OBJETIVA.
-POR JORGE VALIN



"Todas las cosas son subjetivas a la ley de causa y efecto. Este gran principio no tiene excepción alguna.” —Carl Menger—
Uno de los temas que siempre ha preocupado a los economistas es la teoría del valor. Mucho se ha escrito sobre este tema de forma desafortunada. Ya Adam Smith distinguía entre dos tipos de precios: el precio natural y el precio de mercado. Para Smith el precio natural es el que está formado por todas las tasas corrientes de cada uno de sus elementos; como el salario, la renta y los beneficios. El precio de mercado viene dado por la relación de la oferta y la demanda para cada mercancía en un momento determinado. El precio de mercado debe tender a igualarse con el natural “cuando en el tráfico respectivo hay perfecta libertad”.


Esta idea se reforzó en los autores inmediatamente posteriores, a saber, 1) existe un precio objetivo, que es natural y donde tienden los precios de cada producto y 2) la mejor forma de llegar a ellos es a través de la libre competencia; del laissez–faire. A finales del siglo XIX con autores como Vilfredo Pareto, León Walras, Francis Y. Edgeworth… la economía empezó a tomar un nuevo rumbo, la de la abstracción o matematización radical. La segunda tesis (sólo se puede llegar al precio objetivo por medio del libre mercado) aún seguía estando viva, pero el objeto del economista cambió, ya no era un pensador o un filósofo que intentaba descifrar las acciones humanas del mercado, sino que se iba convirtiendo poco a poco en un técnico, en un ingeniero social que moldeaba la economía para llegar a ciertos fines sociales óptimos, el economista se convertía en un político más, en un ingeniero social. Desde entonces hasta ahora la economía, ciertamente, sólo ha registrado un profundo declive incapaz de poder explicar muchos fenómenos generales, e incapaz también de crear teorías universales, necesarias y atemporales. Esta nueva tendencia del pensamiento económico dio lugar a escuelas que creían poder organizar los acontecimientos económicos mediante restricciones o ampliaciones en la oferta, en la demanda, aumentando impuestos, creando políticas y controles de precios, restringiendo o incrementando la cantidad de dinero… Las principales escuelas que surgieron de este nuevo pensamiento fueron el monetarismo y el keynesianismo. Las dos escuelas son neoclásicas en cuanto creen en un “precio” objetivo del valor. Éste puede ser alcanzado mediante fuerza bruta restringiendo la libertad de la demanda y oferta. Para llegar a este valor objetivo es necesario inventar salarios mínimos, precios máximos, cuotas a la importación y exportación, convenios de producción entre países, leyes mundiales anti–dumping, tribunales de la libre competencia, bancos centrales que manipulen el dinero… ¿Y cómo se mantiene todo esto? Con impuestos y deuda estatal. En otras palabras, no sólo se roba arbitrariamente, y de forma desigual a todos los individuos con impuestos, o se hipoteca la seguridad económica de la sociedad emitiendo deuda (en los dos casos, desde el más pobre al más rico), sino que además se restringe su libertad de consumo, de ahorro e inversión. Estas políticas, basadas en falsos pretextos económicos, han llegado al punto de convertir al individuo en un siervo del estado.


Pero entre esos economistas de finales del siglo XIX surgió uno capaz de darse cuenta de todas estas falacias y lo suficientemente sabio como para crear una auténtica teoría del valor, su nombre era Carl Menger, creador de la Escuela Austriaca del Pensamiento y su principal aportación: la teoría subjetiva del valor. Menger desmintió la teoría objetiva del valor, y es que efectivamente, el valor no puede ser alcanzado por el conocimiento matemático o positivista. El valor y los costes son subjetivos. Las necesidades no son cardinales o mesurables, sino ordinales y contingentes, es decir, dependen del momento, la escasez y necesidades futuras. No existe un precio natural objetivo al que tienda el mercado, éste está en continua lucha y movimiento sin tendencia alguna. Los movimientos de la oferta y demanda jamás se han podido, ni podrán, expresar con ninguna fórmula o gráfico. La razón por la cual los economistas creyeron que existía un precio objetivo se debe a la propia estructura que el hombre tiene para hacer formulaciones sobre los fenómenos complejos. El hombre necesita crear esquemas cognitivos que le ayuden a pensar de una forma ágil y por eso necesita simplificar los sucesos que les rodean buscando movimientos tendenciales. La tendencia a un precio natural sólo surge de la metodología humana no del fenómeno natural del mercado, éste no entiende de puntos de equilibrio, curvas de indeferencia, isocuantas… el mercado es anarquía pura capaz de ordenarse sola, es un continuo proceso de creación y destrucción. En este sentido, los economistas no han sabido interpretar las acciones humanas que llevan al mercado, se han dejado llevar por su simple estructura lineal cartesiana aplicándola a un proceso que es muy superior a ellos mismos, y esta es la razón por la cual en los últimos años se han creado tantas teorías que sólo nacer han muerto por ser incapaces de adaptarse al resto de la economía. En parte por esta razón, en los últimos años la doctrina neoclásica ha sido golpeada duramente, la regulación que ha aplicado sobre la oferta monetaria no ha prevenido a ningún país de una crisis, sus controles de precios sólo han perjudicado a las naciones y sus salarios mínimos sólo han creado desempleos.

Teoría subjetiva del valor Entonces, ¿qué visión tenia Menger sobre el valor?, ¿cómo se entiende la teoría subjetiva del valor?, y ¿qué aplicaciones se pueden sacar de ella?
Según Menger cada agente económico asigna su propia valoración a los bienes, por lo que no puede afirmarse, económicamente, que los precios dependan de los costes sino todo lo contrario. Efectivamente, el precio de un producto o servicio no se crea siguiendo la suma de todos sus costes más el margen del empresario, sino que es al contrario, al producto se le asigna en el mercado un precio y a partir de aquí se moldean sus costes. Un producto puede salir al mercado por encima de la suma de sus costes o por debajo, eso lo decide el empresario, y según la respuesta del consumidor, la competencia y los procesos de producción los costes se van moldeando al mejor precio del momento que es el que demanda el cliente. En realidad la teoría subjetiva del valor es anterior a Menger, incluso es anterior a Adam Smith. Las primeras ideas las encontramos en los escolásticos españoles del s. XVI. “Así [según Jesús Huerta de Soto] otro notable escolástico, Luis Saravia de la Calle basándose en la concepción subjetivista de Covarrubias, descubre la verdadera relación que existe entre precios y costes en el mercado, en el sentido de que son los costes los que tienden a seguir a los precios y no al revés, anticipándose así a refutar los errores de la teoría objetiva del valor de Carlos Marx y de sus sucesores socialistas[2]: ‘Los que miden el justo precio de la cosa según el trabajo, costas y peligros del que trata o hace la mercadería yerran mucho; porque el justo precio nace de la abundancia o falta de mercaderías, de mercaderes y dineros, y no de las costas, trabajos y peligros’”.(3)


Entonces, el valor es subjetivo en cuanto cada individuo asigna un valor a las cosas y luego un precio según la escasez temporal de éste en el futuro y según sus necesidades. Es absurdo, pues, los controles de precios del estado cuando, suponiendo un ejemplo, crea una ley donde los botellines de agua no puedan valer más de un dólar porque de no ser así perjudicaría al consumidor. ¿Por qué un dólar, y no un dólar y un céntimo, o noventa y nueve céntimos? ¿Transgredir este precio sería una violación a los derechos del consumidor o productor? ¿Los botellines de agua han de tener el mismo precio en todos los bares de una ciudad despreciando el poder adquisitivo de la zona? ¿Cómo sabe el estado cuál es precio justo para cada uno de los consumidores? Si yo me he aventurado a hacer un trayecto con bicicleta por una larga montaña sin agua y veo que, tras varias horas de pedalear, hay alguien que me vende un botellín de agua por 10 dólares y yo acepto comprársela ¿está este individuo vulnerando el precio justo de mercado de un dólar? ¿Está actuando antieconómicamente?, La respuesta es, evidentemente, no. Lo que ha pasado es que mi necesidad por un trago de agua en ese momento era inmensa y he sido capaz de pagar 10 dólares porque realmente lo necesitaba. Ésta ha sido una transacción pacífica y de mutuo acuerdo donde tanto el vendedor del agua como yo, el consumidor, hemos salido ganando, ya que él se ha quedado con mi dinero, que apreciaba más que su agua, y yo me he quedado con el agua, que apreciaba más que los 10 dólares que he desembolsado para poderla adquirir. Y es que ninguna ley estatal o matemática puede parametrizar las necesidades de cada individuo ya que estas son subjetivas y contingentes.


En un momento determinado yo puedo estar dispuesto a pagar un precio justo por un producto, —que puede ser caro para otro individuo; pongamos “A”—, pero incluso así, tal vez 10 minutos o un mes más tarde ese precio, que a mi me parecía justo y al individuo A le parecía caro, ahora a mi me parezca impagable y al individuo A le parezca una ganga. Sólo el empresario es capaz de advertir esta información subjetiva de su entorno y aplicarlo sobre sus procesos productivos ofreciendo el “precio adecuado”, y es que, en realidad, la última palabra siempre será del consumidor, del cliente ya que tendrá que intercambiar de forma pacifica y contractual un producto (dinero), que estimará en menos valor, por otro producto (el bien económico concreto ya sea un producto o servicio). Es decir, 1) el cliente quiere canjear dinero por un bien económico, 2) éste dinero es menos valioso para él que el bien económico que adquiere, de lo contrario no pagaría; y de forma análoga 1) el oferente canjea su bien económico, el que él ha producido, por 2) otro bien que tiene mayor valor para él, es decir, el dinero de su cliente. De existir desacuerdo en alguno de estos puntos ni el cliente ni el oferente cruzarían ninguna operación comercial.


Justicia individual y eficiencia de mercado


El gran problema que ha creado la aplicación de la teoría objetiva del valor (clásica y neoclásica) atiende a otros procesos que han generado grandes injusticias. Según las exposiciones del gobierno (siguiendo la teoría objetiva del valor) dice: hay productos o servicios que son incapaces de llegar a un “precio justo” ya que la suma de sus costes supera el precio de las necesidades sociales. En realidad hemos visto que esto en realidad jamás ocurre y siempre que hay una necesidad el mercado es capaz de cubrirla a través de la teoría subjetiva del valor dando a todos los productos y servicios su auténtico valor real. Pero el estado, incapaz de hacer formulaciones científicas y no partidistas, decreta ciertos productos y servicios como “bien nacional”, o “necesidades sociales”, crea ineficientes monopolios en sectores que en realidad serían ampliamente lucrativos y competitivos en una economía totalmente privatizada. El gobierno nombra árbitros con fines sociales, éstos desempeñan la función de Díos justiciero. Estos jueces sociales como los burócratas que componen el FMI, el Banco Mundial, el tribunal de la libre competencia u otros segmentos como el de los servicios públicos: seguridad (policía), justicia… son servicios expropiados a la actividad privada convirtiéndolos en monopolios injustos que benefician a unos en contra de otros. En realidad, la libre iniciativa privada sería perfectamente capaz de encontrar un precio para satisfacer al consumidor.


A estos burócratas se les pide que dejen de actuar como hombres. Durante 8 horas al día han de abstraerse de su condición humana para ser seres justos e imparciales, han de actuar como un díos imparcial a cambio de un salario. Después la opinión pública se horroriza cuando aparecen los clásicos escándalos de corrupción o amiguismo, cuando dan precios no justos, es decir, objetivos entendiendo que, tal vez, el precio justo sea el de mercado sin atender a las particularidades del individuo. Las gentes exclaman: ¡cómo se ha podido producir esto, esa persona [el burócrata] tiene la función de ser justa, de asignar un precio adecuado; cómo se ha dejado sobornar o dejar llevar por el amiguismo! Los liberales, a diferencia de los burócratas tecnocráticos (éstos últimos incapaces de confiar en el individuo que consideran mezquino en su condición) no proponemos un juez o árbitro, sino millones de ellos. Eliminando estos funcionarios cada consumidor, inversor o ahorrador es el mejor juez que procura por sus propias necesidades, sólo el individuo sabe que es un precio justo o injusto, que es caro o barato. Ningún hombre necesita de un tercero que medie por él, siempre y cuando no sea porque éste mismo lo ha decretado voluntaria y pacíficamente. En este sentido, cuando el individuo es autónomo y amo de sus decisiones y actos la eficiencia es máxima, la responsabilidad no recae sobre nadie que no sea él mismo.


Los conceptos teóricos de la economía no son menospreciables ya que, desgraciadamente, muchas veces se usan arbitrariamente para justificar situaciones de coerción y una supuesta moralidad social muy mal entendida. La economía para su buen funcionamiento siempre ha de estar orientada al individuo no al conjunto. La economía surgió como estudio de los actos humanos, no es una ciencia política creada para el gobierno de un jerarca. Ya Pareto advirtió: “estamos corriendo el riesgo de perder de vista al auténtico objeto de la economía: el hombre”. Y efectivamente eso mismo ha ocurrido; los economistas neoclásicos han intentado adaptar la sociedad a su método en lugar, de lo que por lógica, tendría que haber sido al revés. Cuando el estudio sobre los acontecimientos del hombre se tornan en imposición y falta de libertad individual, sin duda alguna, se pierde la ciencia para trasformarse en una herramienta de poder creando sólo injusticia y tiranía.

BIBLIOGRAFIA: http://jorgevalin.com/artic/teor_subj_valor.htm#titulo.



OPINION:
En esta escuela se tiene en cuenta el principio de la navaja de GUILLERMO OCCAM, la cual es indispensable para enfrentar un problema, en donde hay que eliminar las cosas que no corresponden al problema.
Lo objetivo y lo subjetivo entran con fuerza a mirar la necesidad desde estos dos puntos, teniendo así validez cada una de ellas y deduciendo que todas las cosas tienen un valor objetivo, pero cuando salen al mercado comienzan a obtener el precio subjetivo.
La teoría objetiva, dice:
· Lo determinante, desde la economia es la necesidad, porque se entiende como carencia.
· Se debe explicar las condiciones de la producción.
· Tiene una vision historica del desarrollo en la sociedad.(mejora la existencia de la sociedad)

La teoría subjetiva, dice:
· Todos tenemos una necesidad debemos suplirla, pero esta no se satisface totalmente.
· Toda necesidad es valida y se debe satisfacer de alguna manera.
· En todo momento existen necesidades, siempre y cuando hallan sujetos.


miércoles, 27 de febrero de 2008

un comenzar de la economia

El ahorro consiste en poner cuidado y escrúpulo al gastar los medios de que se dispone. No es una virtud y no requiere destreza ni talento.
-Kant.-